Es extraño y al mismo tiempo inexplicable, aún sabiendo que la explicación es más que simple y fácil.
Está ahí, sin estarlo y afecta. Cambia una parte del ser por algo que no conoce, algo que desea descubrir, algo que en algún punto atrae pero que no sabe hasta donde tomarlo.
Podría ser más sencillo si lograra descifrar que tiene del otro lado. Si realmente hay algo intenso que pudiera ofrecer, pero que a la vez no sea efímero.

Los besos, abrazos y caricias se confunden entre la realidad y la fantasía. Tejen redes de quimeras y existencias fortuitas sin destino alcanzables. Y sin saber si son reales, se sienten vívidos, cálidos y vigorizantes.

Ponen a prueba la piel. A prueba de si podrá resistirse o caerá ante el encanto de la atracción, ese hilo conductor invisible que mueve algo más que el cuerpo. Pone a prueba la mente para intentar ver hasta donde es capaz de llegar con esos pensamientos que la inundan. Pone a prueba el corazón, tal vez el más difícil de entender, porque usa un lenguaje diferente al de la mente y el cuerpo.